Luchar contra el tiempo


Sorprende que entre las muchas y elaboradas reacciones que han surgido a raíz de ley USA-Sinde, tan pocas hablen del núcleo del asunto: la propiedad privada.
Ayer un opinador a sueldo de La Vanguardia zanjaba  “la propiedad privada, es exactamente eso”, clamando al sentido común para imponer el consenso sobre esa categoría de “privada”, que nadie parece estar dispuesto a revisar.
Pues valdría la pena hacerlo para comprender que, precisamente, este cambio histórico en el que nos encontramos obliga a revisar ciertos valores incuestionables, aunque sea a precio de reacomodar los propios privilegios. 


 Una casa cerrada para especular con su valor mientras nuestros hijos ni pueden soñar con independizarse, es más insoportable que tambalear la propiedad privada.
Que circule libre el flujo del conocimiento bien vale cuestionar los privilegios de una minoría.
Oponerse a ello con leyes demuestra su necedad, pero además también su futura impotencia. El miedo del que tanto se ha hablado les impide comprender que el futuro va de esto,  de compartir o quedarse aislado en ficciones tragadas por el tiempo. Ninguna comodidad resulta suficientemente cómoda cuando te aisla del mundo real, del zeitgeist de esta época fascinante y salvaje que nos toca vivir.


 Mientras tanto deberíamos de exigir a los gobiernos soluciones para los compañeros que sufrimos la brutal reconversión del sector audiovisual, en lugar de crear leyes absurdas e inútiles que sólo pretenden proteger los privilegios de quienes agonizan contra el tiempo.

Fake Orgasm puede verse todavía en el pequeño cine estudio de Madrid y en el cine Alexandra de Barcelona. También  se verá en la red y se compartirá entre quienes procuran  que el derecho al uso se imponga al valor de mercado, porque estamos convencidos que la respuesta de la gente a la Ley USA-Sinde, será mucho más efectiva que los esfuerzos vacíos del Gobierno de turno para aportar soluciones a las urgentes necesidades que sufre el sector audiovisual.


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